Pensamiento mannsiánico
A propósito del exilio
El exilio - a causa del resentimiento y del dolor que engendra - es fuente de experiencias múltiples. Para un escritor, representa una apertura obligada de contactos diversos con el "otro mundo", el mundo que no es nuestro país natal. Plantea el aprendizaje de nuevos acentos, cuando no de otra lengua ; de otra música que nuestra tonada secular, de otra visión del sexo, del amor, de la familia ; de algo más duro que nuestro apoltronado dejarse vivir anterior, pues es sabido que en el país natal uno vive de manera más blanda, menos rigurosa, menos apremiante. Hay cosas que pueden dejarse para otro día. Después viene el cotejo con experiencias creativas diferentes... El exilio nos demora, pero cuando nos da, verdaderamente nos fortifica el espíritu, nos hace menos frágiles, más perdurables, y también más abiertos, más receptivos. Huelga recordar aquí que muchas obras de categoría durable fueron escritas por desterrados. Y aún más: el motor del exiliado no se pone en marcha cada día sólo recordando los perdidos lares: hay un sentimiento de revancha que opera como otro motor, una revancha que no siempre tiene que ver con personas, sino con la propia obra. En situación de destierro el creador tiene un solo camino: transmutar su soldad, su arrogancia, su desazón, su dolor, su melancolía, su precario equilibrio, en un producto artístico de alto vuelo. Lo contrario implica la imposibilidad de todo regreso, o un morir lento que se hará sórdido en contacto visceral con su frustración cotidiana. Personalmente, me he esforzado para vivir un destierro útil: podré volver con la frente marchita, pero en alto; con las sienes plateadas, pero insobornable; ahora mismo o en treinta años, pero silbando el tango.
Patricio Manns
3.16.2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario