Santiago, 4 de Marzo del 2006
Gladys Marín fue una mujer de primera:
Fue la primera Secretaria General mujer de las Juventudes Comunistas.
Una de las primeras diputadas jóvenes de nuestra República.
La primera candidata a la Presidencia de Chile.
La primera Secretaria General del Partido Comunista chileno.
La primera en negarse a abandonar su patria bajo dictadura.
La primera en volver a participar de la lucha en terreno, codo a codo con sus compañeros.
Gladys fue quien interpuso la primera querella contra Pinochet.
Alguien me contó que era siempre la primera en llegar, cada mañana, a la sede del partido.
Y nadie nos tiene que contar, porque todo Chile lo sabe, que Gladys estaba siempre en primera fila a la hora de enfrentar la brutalidad policíaca de los guardianes de los poderosos, y la primera en defender los derechos pisoteados de los más sencillos.
Gladys fue primera en la defensa de los trabajadores explotados, de los cesantes humillados, de los jóvenes postergados, de las mujeres pisoteadas. Fue primera junto al minero, al campesino, al pescador, junto al obrero.
Fue ella también la primera en dar cabida al respeto por la diversidad sexual, en un entorno que muchas veces mostró intolerancia y descalificación.
Gladys fue visionaria impulsora del más grande de los acuerdos políticos de la izquierda chilena en los últimos años, ese acuerdo que se levantó como la única esperanza frente a la codicia ilimitada de los adoradores del dinero: Fue una de las primeras en asegurar que JUNTOS PODEMOS.
Gladys Marín es el primer nombre que se le viene a la cabeza a millones de compatriotas, sobre todos mujeres y jóvenes, cuando piensan en mujer coherente, en mujer luchadora, en mujer valiente.
Es la primera en lograr acuerdo total entre derechas e izquierdas, a la hora de reconocerla como un gran ejemplo, de reconocerla digna del mayor de los respetos.
A esa mujer de primera hoy todos le rendimos homenaje.
A la que partió primero que todos nosotros, delante de todos, dispuesta a enfrentar la mayor de las revoluciones: la conquista de los espacios luminosos a los que llegan los que han construido su vida con ladrillos de verdad, de justicia, de amor y de entrega a los demás.
A todos ustedes que escuchan, yo les puedo asegurar que Gladys Marín está plenamente dedicada, como ella siempre lo hizo, a ganar esa batalla.
A su Partido de toda la vida, a sus hijos y hermanas, a todos ustedes, les expreso mi admiración profunda por Gladys, gran referencia en mi vida, a quien durante mis recorridos por el Chile profundo, he sentido tan cerca, tan al ladito, inspirándome, ayudándome, mostrándome el camino a seguir.
Tomás Hirsch
4 de marzo del 2006
3.08.2006
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